La antigua Hacienda Labadié en Moca


Oficina de Turismo de Moca

 

Construida en 1905, es la única estructura que se mantiene en pie de lo que fue una de las haciendas cafetaleras más importantes de Puerto Rico en el siglo pasado, La Hacienda Irurena. La misma pertenecía a la familia Pengeot (Pellot), de orígenes francés.

 

Los Pengeot, tres hermanos y una hermana: Juan, Pedro, Carlos y Mariana, eran oriundos de la región Vasca de Fuenterrabía, cerca de la frontera Franco – Española. Los Pengeot viajaban constantemente entre Puerto Rico y Francia y durante su ausencia dejaban a u amigo francés, el señor Juan Labadié.

 

Juan Carlos Cachimbo

 Cuando en el año 1860 muere Juan Pengeot, el mayor de los hermanos, los otros venden la hacienda a Labadié. En el momento en que éste adquiere la propiedad, la hacienda tenía una extensión de 1,300 cuerdas de terreno, de las cuales tres cuartas partes estaban sembradas de café, constituyendo éste su primer renglón de producción. La otra cuarta parte estaba dividida entre caña, la Madera y el Ganado.

 

Además, allí se encontraba la casa original de los Pengeot (de la cual se sabe que era de madera) y otras estructuras como el trapiche, la casa de carpintería, la casa de las máquinas de café y los glacis o plazoletas para secar el café. También había una aldea llamada Petit Guinée, donde vivían los esclavos antes de la abolición de la esclavitud.

 

Juan Carlos Cachimbo

Juan Labadié vivió en la hacienda hasta que muere en 1893 y entonces su viuda, Cornelia Pengeot, decide demoler la vieja casa de madera para construir una más pequeña de hormigón. La casa Labadié fue diseñada por como administrador de la Central Coloso en Aguada. Para esa época muchos ingenieros se educaban también en materias de arquitecturas. Servajean concibió el diseño como una adaptación caribeña del “Chateau” o palacio francés, de boga en Europa para esos años.

 

Aunque la casa se diseño en 1893, no se construyó

hasta12 años después. Esta antigua edificación, con

una plantao huella del edificio en forma de “L”, se

concibió como dos residencias en una.

 

De dos pisos, la parte baja se diseño para utilizarse como uno o dos apartamentos, mientras que el nivel superior era ocupado en su totalidad por la Sra. Labadié. Por los materiales y sistema de construcción utilizados, técnicamente la casa evidencia el período de transición de principio de siglo en el que se comenzó a experimentar con el cemento armado.

 

Juan Carlos Cachimbo

La casa esta levantada tres piso sobre el nivel del terreno y en su base posee pequeñas aberturas u “Ojo de Buey” que permiten la ventilación. El elemento principal de todas sus fachadas es el pórtico o balcón que hay en cada piso de la estructura. En la fachada principal estos pórticos están flaqueando por dos torres coronadas por unas pequeñas cúpulas en forma de “cebollines” o bulbiformes. Estas torres, a la que sólo se puede llegar a través de los balcones, originalmente albergaron salones y la biblioteca de la casa.

 

La hacienda Labadié paso a ser una de caña luego que los norteamericano llegan a Puerto Rico en 1898 e impulsan la industria azucarera. Gran parte de las haciendas cafetaleras se convirtieron en lugares arrendados por las centrales azucareras para sembrar caña. Irurena pasó a ser una colonia cañera de la Central Coloso, y es precisamente esta época de la industria azucarera y la Hacienda Labadié, el tema de la novela La Llamarada de Enrique A. Laguerre, publicada en 1935.

 

Bajo el nombre de “Hacienda Palmares de la Familia Moreau” (nombre ficticío), la casa Labadié sirve de escenario para el desarrollo de la trama que describe las condiciones de vida de todos aquellos relacionados con la producción de azúcar. En esta novela, Laguerre describe la casa tal como era en esa “época y la convierte en uno de sus personajes, por lo que ha quedado inmortalizada en la literatura puertorriqueña.

 

Hoy día, el que fue en vida uno de los escritores mas ilustre, Enrique A. Laguerre, la describe así: Veo a la casa como un edificio histórico con levadura de leyenda, porque la ficción la convierte en mito. Es como cuando muere un gran hombre y los cuentos apagan la historia y comienza la leyenda. Pasa también con los lugares. Fue hacienda cafetalera, luego sembradío de caña y de piña, pero, La Llamarada le dio un halo de leyenda a esta casa. A la historia hay que ponerle levadura, que se salga de los datos, de fechas, sucesos y se asocie con la gente, con la vida, que no cesa de fluir. De esta forma la historia hace patria”.

 

Actualmente la antigua Casa Labadié cobra aura de mito, como bien afirma Enrique A. Laguerre. Por eso, cuando el Municipio de Moca la adquiere en 1993 y decide restaurarla, la llama Palacete Los Moreau, en honor a la novela. Esta antigua edificación, hoy dia es utilizada como un centro cultural, turístico y agrícola.